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Lo que me dijo el I Ching

octubre 13, 2013

Agua clara en el Alto Amazonas y lo que me dijo el I Ching

MARCO TULIO AGUILERA GARRAMUÑO
Mi columna en la revista Otro lunes, que se publica en Madrid http://www.otrolunes.com
marco-tulio-aguilera-columna-otrolunes29Por la noche fui a visitar a mi informador del Amazonas Pedro Botero, quien me leyó el I Ching. “Hazle una pregunta”, me dijo Botero: “¿Es permanente mi relación con mi esposa y hasta el fin de la vida?”  Me respondió así: “Para ser fuego necesitas adherirte a la madera. Debes estar adherido, condicionado, basarte en algo, con lo que el fuego tuyo adquirirá claridad. El fuego es sin forma definida, se adhiere a las cosas que arden y así brilla su claridad”.
El dictamen del I Ching, en palabras de Pedro Botero, es el siguiente:
“Es propicia la perseverancia, ésta aporta éxito. Dedicarse al cuidado de la vaca aporta ventura. Todo lo que expande luz en el mundo, depende de algo a lo que se adhiere para poder alumbrar de un modo duradero. Al depender obtiene el éxito. La vaca es el símbolo de la máxima docilidad. Al cultivar el hombre esta dualidad, esta voluntaria dependencia, logrará una claridad nada hiriente y encontrará su puesto en el mundo”.
Respuesta a una pregunta específica sobre mi futuro:
“Se aproxima la senectud, el fin del día. El noble que cultiva su propia persona, ayuda a su sino y afirma con ello su destino. El intelecto arraiga en la vida, pero puede consumirla. Tienes un carácter demasiado inquieto, agitado, que logra un rápido ascenso, pero te faltan los efectos perdurables. Acarreará malas consecuencias el hecho de que te gastes demasiado rápido y te consumas como un  meteoro”.
Cuando Pedro terminó de interpretarme el I Ching dije, soberbio como soy y como reconozco serlo (a veces en broma, pero generalmente en serio) que mi carácter era más fuerte que mi destino.
Mi amigo sonrió. “Nadie tiene un carácter más fuerte que su destino”.
Luego explicó que el I Ching es el libro más antiguo del mundo, 4000 años.
En claro saco que mi relación con  mi esposa no sólo es duradera, sino necesaria. Que ella es el leño y yo el fuego, que para existir y brillar dependo de ella, pero que debo cuidarla para que no se acabe. Que primero me puedo acabar yo, por apresurado, por ansioso.
El I Ching coincide con la apreciación que Leticia tiene de mí: dice que soy un apresurado, un acelerado, que debo serenarme.
Pedro Botero nos ofreció una espléndida cena, aderezada con picantes amazónicos que trajo mi hermana del Orinoco venezolano, y luego me prestó varios libros sobre el Amazonas y la colonia penitenciaria de Araracuara, donde estuvimos hace algunos meses.
Ya publicada, la novela ha tenido buenas reseñas, algunas muy buenas e incluso extraordinarias,  y solamente una adversa, escrita por un joven escritor colombiano, Daniel Ferreira, quien duda seriamente que yo haya estado en la Amazonia. Le puedo hoy aclarar que sí he ido a la Amazonia Colombiana, pero solamente como turista, y que las aventuras que cuento son (casi todas) imaginarias.

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