­

La novela que insultó a un pueblo

febrero 26, 2014

BREVE E HISTORIA DE TODAS COSAS EN SAN ISIDRO DE EL GENERAL

Segunda parte de Garramuño en San Isidro
Luis Enrique Arce.
Escritor costarricence

Marco Tulio Aguilera Garramuño  reescribió su novela Breve  historia de todas las cosas (270 p.)Premio Aquileo Echevarría 1975. Aparece ahora bajo el título el título de Historia de todas las cosas (515 p.); esta nueva versión aparece  en Trama Editorial- Madrid, 2011, y Educación y Cultura-México.  Parece que Marco Tulio Aguilera Garramuño y Mateo Albán, narrador y personaje central,  continúan en contubernio. Con este acontecimiento literario San Isidro de El General continúa siendo una ciudad rural, reconocida en  Colombia, Costa Rica, Centro América,  México, Argentina y buena parte de Europa.

Mateo Albán (personaje principal) se presenta en un universo narrativo con argumentos sustentado en personajes poco más o poco menos reales que alimentan el contexto relatado. Pareciera estar loco este narrador (ranador) en el que vibran algunos rasgos esquizofrénicos. En momentos relata como en un “collage narrativo” que disfrutamos por la diversidad de acontecimientos, y desde su fisga y presenta a sus personajes, con abundancia en la sátira, la socarronería y hasta la burla chocante. Tiene que ser así ese producto literario  de una persona encarcelada que no se le hace posible  estar en el mundo real que narra.

 Mateo Albán contra una pared de su celda escucha pasar al pueblo, las voces lo merodean y su ficción explota. Su caso nos remite al mito de la Caverna de Platón.

Se disfruta la lectura de esta brevedad de asuntos porque este ranador nos induce a creerle como real lo contado desde el plano de su ficción. Don Ventura (el mismo Marco Tulio) mueve sus fichas narrativas  desde la cárcel de Robustiano, donde Mateo Albán cumple una pena sin saber el porqué.

Cuando pidió la revisión de su sentencia, supo que no existía, que su nombre no aparecía en papel alguno, que la única prisión había sido su propio cuerpo y que los fantasmas de su novela le habían robado los años…  (P.514).[1]   

 

Si caracterizamos a Mateo Albán, nos encontrarnos con un falso erudito purgando una pena larga. El autor lo define  (escuchar entrevista en http://www.ivoox.com/historia-todas-cosas-marco-tulio-audios-mp3_rf_1590034_1.htmlcomo un analfabeta, iletrado con aires de instruido,  que cuando redacta los cuadernillos de los que consta la novela, escribe sin agotarse. Si no escribe delira, si no delira sueña lo que imagina a través de una reducida claraboya, de un pueblo ahí en las calles, en la catedral, en los bares, en los puteros y más sitios de un escenario amplio. Así inventa tal argumento con lo que recrea una realidad.

En su  lenguaje de enajenado “instruido” de vez en cuando enmaraña vocablos sin dejar que estos varíen en el lector el fondo del contenido. Yadira Calvo Fajardo[2] (Premio Nacional de Cultura Magón 2012)  opina que este recurso lingüístico se debe al inmenso poder creativo de Marco Tulio, que encontró cómo demostrarlo en las voces de sus personajes.

Un lector de los que se dicen “rápidos”, pasará sobre esas palabras deformadas (el autor dice que son veinte o más) y,  si la curiosidad  no lo detiene, en nada le perjudica la lectura de fondo; sin embargo no gozará del recurso que al lector cuidadoso dará disfrute y mejores criterios para calificar al personaje en cuestión, además acrecentará momentos interesantes que conlleva esta lectura. 

En el servicio docente de educación primaria se escucha a ciertos alumnos decir murciégalo por muciélago, estógamo, por estómago, gómito por vómito, Grabiel por Gabriel y otros vocablos.  Así lleva al lector Mateo Albán en algunos trances de su ranación.  Marco Tulio opina, en la entrevista de marras, que esos vocablos forman parte del lenguaje carcelario, que es parte de la ignorancia de su narrador iletrado, también lo achaca al lenguaje cantinflesco tan de moda en la época que redacta su libro, del mismo modo lo atribuye a sus estudios de idiomas.

A continuación anoto una ligera muestra de palabras usadas por ese narrador (ranador): invagínate por imagínate; mierdastanto por mientras tanto,  cistercience por circense,  nariztotélicas por aristotélicas,  farsantías por fantansías. Y como éstos, otros, que suman más de veinte, como lo indica el autor. 

En San Isidro de El General algunas personas (de aquel entonces) que leyeron Breve historia de todas las cosas nunca estuvieron de acuerdo con lo argumentado. Hubo molestias por la degradación a señores y señoras destacadas en la comuna. En cuanto a esta disyuntiva, José Luis Díaz[3] opina que 

hay una suerte de estereotipo y por tanto a los de  1975 para acá le parecerían los personajes totalmente identificables de acuerdo con su experiencia en el Liceo (se refiere al Liceo Unesco donde estudió Marco Tulio), además de la relación con la sociedad.  Igualmente agrega: Los personajes son ficticios, con una gran dosis de características propias de personas reales.

 

Lo que argumenta Díaz Naranjo es lo que da pie a las molestias que desaparecerán cuando se lea la ficción y no el entorno real de aquel momento. No habrá argumentos como: 

Qué bárbaro llamar cacorro al padre Coto, sacerdote de los que más quiere este pueblo… ¿Sabe usted lo que quiere decir cacorro en español colombiano? Nada más y nada menos que homosexual. Eso jamás se lo perdono por mentiroso, esto y otras cosas por ahí que no van y se las encaramó a la gente como si  fuera cierto. (Alexis Arias Zúñiga. Conversación personal, enero 2014)

 

Aguilera Garramuño, al pie de la década de los años 70s (siglo XX), completa uno de los períodos más atrayentes de la literatura latinoamericana, él es parte del post Boom. Su largo trabajo, a partir de Breve e Historia de todas las cosas, lo ubica dentro de los importantes escritores de América. Su amplia obra ya cuenta con más de una treintena de libros que se desplazan por todo el mundo, porque el autor y sus agentes literarios se ocupan de que se conozca en las ferias internacionales del libro, que sea parte activa en las bibliotecas y librerías de las principales capitales de Europa, USA y Latinoamérica, más aún que en el día a día, se diga de la obra y del autor; con esto y la  curiosidad humana, el libro mismo defenderá las razones  por las que fue creado.

El mundo editorial actual poco sería si el autor no participa como miembro activo en la divulgación de la obra en  redes sociales, en Internet, en páginas web personales y ajenas, en distintos blogs y hasta se hacen necesarios los medios tradicionales y antiguos en esta tarea. Los grandes autores nunca lo hubiesen sido sin estos medios que los han respaldado, sin los agentes literarios, sin embargo la participación más activa y cierta la ponen los lectores convencidos.






[1]  Historia de todas las cosas.  Educación y Cultura, México-Trama Editorial, Madrid, 2011.

[2] Cuestionario de 10 preguntas sobre Breve e Historia de todas las cosas. Correo electrónico jadicafa@gmail.com, dicembre de 2013.

 

[3] Díaz Naranjo, José Luis. Entrevista electrónica: jdiaznaranajouvi@gmail.com

 

RELACIONADAS

0 comentarios

Seguidores