Biografía de Paganini

diciembre 09, 2014

Mientras estuve escribiendo La insaciabilidad, novela que aparecerá a principios del próximo año, leí varias biografías de Paganini e hice un resumen de su vida de frenético. Hela aquí.


Nació el 18 de febrero de 1784. Su padre era tendero, apasionado por la música. El niño tocó el violín desde los seis años de edad. Un ángel se le apareció en sueños a su madre y dijo que pidiera un deseo. Ella solicitó que su hijo fuera el más grande violinista. A los ocho escribió su primera sonata. A los nueve apareció en un concierto e hizo delirar a su auditorio. Pronto comenzó a mirar a sus viejos maestros con desprecio. A los doce ya estaba descubriendo nuevos efectos en el violín, pero su nuevo preceptor, Rolla, generalmente se burlaba de esas extravagancias. La primera música que escribió era tan difícil que él mismo tuvo que estudiar mucho para poder interpretarla, ya que debía resolver problemas desconocidos para todos los violinistas. Se dice que trataba el mismo pasaje de mil formas diferentes durante diez o doce horas. El 1797 hizo su primer tour con su padre por la Lombardía. Dice Fetis que Paganini no tuvo una educación moral. Un mercader francés le regaló un Guarnerio después de escuchar cómo lo tocaba. "Nunca profanaré estas cuerdas que vuestros dedos han tocado, este instrumento es ahora vuestro", dijo. Algo parecido le sucedió con Pasini, un famoso pintor, quien le dijo que le regalaría un Stradivario, si era capaz de tocar a primera vista y magistralmente determinado concierto. Lo hizo. El entusiasmo por el arte, el amor y el juego minaban su naturaleza débil. Insaciable en todos los aspectos del placer y la disciplina, era también descuidado a extremos increíbles. Continuó su carrera de disipación, hasta que la postración lo derrotó, reduciéndolo a la prisión del lecho. Y esto se repetiría una y otra vez. Tras los excesos yacía por varias semanas en cama en absoluto reposo, hasta que con renovadas energías, recomenzaba su vida artística, sus disipaciones y sus viajes. Su vida, desde su niñez, fue una marcha triunfal. La fortuna y el éxito lo persiguieron implacablemente. Se enamoró de una noble que tocaba la guitarra y se retiró a la hacienda de ella. Durante dos años se dedicó a la guitarra. Escribió sus dos conciertos para guitarra y violín. La hermana de Napoleón le da el título de Capitán de la Real Gendarmería, con un vistoso uniforme. Buscando novedades para los conciertos que tenía el deber de dar, le quitó al violín la segunda y la tercera cuerda y compuso un diálogo para la primera y la cuarta. La princesa Eliza, asombrada, le dijo que seguramente para su talento una sola cuerda sería suficiente. Compuso su sonata militar Napoleón para la cuarta cuerda. Desde entonces fue su preferida. Se le rompió una cuerda en pleno concierto y él siguió tocando exitosamente y pareció que ni siquiera se había dado cuenta del accidente. En otro concierto volvió a reventársele una cuerda y se le acusó de usar esos trucos para llamar la atención. Huyó de su cargo cuando la Duquesa, hermana de Napoleón, lo quiso obligar a que no vistiera su uniforme. Lafont, otro vilinista famoso, lo reta a duelo y se afirma, derrota a Paganini, por ser más clásico, más cercano al gusto francés. Recorrió Italia, Alemania, Inglaterra, aclamado por la turba de sus adoradores, fue coronado, recibió todas las condecoraciones y honores que un músico pueda recibir. Los más grandes músicos lo veneraban. Se le llamó el Hércules de los violinistas. Despertaba admiración sin límites. Desplegaba una energía sobrehumana, pero tenía frecuentes caídas. El pueblo vienés entró en paroxismo por él. "La primera nota de su Guarnerius en Alemania actuó como una chispa y decidió su reputación en ese país". Escribió un crítico: "Envuelto en un brillante halo de gloria que investía su persona, se paró en el escenario y el mundo supo que jamás habría otro como él". En Inglaterra los precios de sus conciertos fueron exorbitantes y le dieron una gran fortuna. Pedía tanto dinero por los derechos de sus obras, que nadie podía comprarlos. En 1836 en París prestó su talento a un casino, que atraía clientes con la música, pero cuyo real objetivo era el juego. Se llamó Casino Paganini. No se pudo abrir porque no fue aprobado por el gobierno. Sólo fue autorizado como sala de conciertos, pero fracasó pues la salud de Paganini le impidió tocar, por lo que fue demandado y metido a la cárcel. Tenía una medicina a la cual siempre recurría y que le causaba males intestinales que se volvieron crónicos y le ocasionaban ataques nerviosos que llegaban a privarle de la voz. Se le imputaban maldad y crímenes. Terriblemente celoso, caía en furias incontrolables, que, según sus enemigos, le llevaban a matar a sus amantes o rivales. Cuando estuvo en prisión se le reventaron tres cuerdas, y al no poderlas conseguir, se ocupó de la cuarta, con la cual alcanzó maravilloso dominio. La envidia y la calumnia lo persiguieron. Se le acusaba de haber apuñalado por la espalda a un rival, cuando lo encontró en casa de su amante. Otra invención: después de interpretar Le Strege, alguien dijo que había visto que el demonio dirigía su arco. Se decía que no había mérito en su arte, pues por el asesinato estuvo en prisión ocho años, acompañado por su violín, al que día y noche interpretaba. No sólo su extraordinaria habilidad con el violín contribuía a su mito, sino la inusual expresión de su rostro, su palidez cadavérica, sus ojos oscuros y penetrantes, su sonrisa sardónica, que parecía vulgar a algunos y hacía pensar que sus dones eran de origen satánico. Estos rumores ofendían a Nicolo, pues le negaban el talento y la disciplina, atribuyéndoselo a fuerzas exteriores. No se decía que estuviera inspirado por Satán, sino que él mismo era el demonio. Nada podía ser tan variable como el ánimo de Paganini: en ocasiones melancólico y taciturno, pasaba varias horas sentado, sin pronunciar una palabra; en ocasiones se entregaba a una alegría irrestricta. Casi nunca hablaba mucho. Siempre tenía frío, e incluso en el verano se envolvía en cobijas y se enconchaba en una esquina del carruaje cuando viajaba. Su equipaje era pequeño, consistía en su precioso Guarnerius, sus joyas, su dinero, una caja con su sombrero, algunas prendas de ropa. Extremadamente ignorante de la aritmética, había diseñado un método personal para llevar sus cuentas. En su casa se sometía a la rutina propia de un prisionero. No salía de su habitación sino forzado por las circunstancias, parecía ser feliz en su soledad. Mucha gente ha pensado que se ocupaba del violín constantemente. Esto es un error. No lo tomaba sino antes de ir a un ensayo o a un concierto. Se dice de un inglés, que intrigado por su talento y buscando conocer su secreto, lo siguió durante seis meses por pensiones y ciudades. Nunca lo escuchó tocar. El hecho de que estudiara tanto violín durante su juventud, le impidió tener otra educación. Nunca leía un libro de literatura o de ciencias. Toda su mente estaba ocupada en proyectos para el futuro. Fundar un conservatorio en Italia, publicar sus composiciones, escribir óperas, abandonar sus giras de conciertos. Pasaba muchas horas absorto en hondos pensamientos, en la oscuridad, casi inmóvil. No confiaba en nadie. Sentía repugnancia por las visitas. A su casa asistía mucha gente, negociantes, artistas ansiosos de conocer su secreto. Paganini generalmente no les abría. En todas partes recibía invitaciones. Era un sacrificio aceptar una invitación. A veces sentía gran placer en un pequeño círculo de amigos y en la conversación tranquila. Le encantaba no ser objeto de atención. Siempre se preocupaba mucho antes de los conciertos, permanecía toda la mañana yaciendo en un sofá. Antes de salir revisaba y afinaba las cuerdas, luego aspiraba grandes cantidades de rapé. Hacía esperar mucho al público antes de salir. Cuando lo hacía, salía entre ovaciones de la multitud. Al llegar al hotel sucedía lo mismo. Para tocar su instrumento se paraba descansando en su cadera izquierda y toda la posición de sus miembros parecía antinatural, rígida y absurda, el brazo del arco tenso, pero en cuanto comenzaba sonar la música, lo que parecía en su cuerpo una malformación o una contorsión imposible, resultaba ser una especie de nuevo amoldamiento, al que había llegado mediante la busca de la mejor posición. Su arco era de dimensiones normales, pero estaba más tenso de lo convencional. La calidad de su sonido era puro y claro, pero lo que distinguía su talento era la variedad de voces que extraía de las cuerdas. Decía poseer un secreto que iba a revelar antes de irse a la tumba y que lo explicaría en un estudio para violín que tendría pocas páginas y que causaría gran consternación a los violinistas. Como prueba de su secreto presentó al mediocre vilonchelista Gaetano Ciandelli, al que, revelándole el secreto, convirtió de la noche a la mañana en un virtuoso. Perseguido por la muerte sigue viajando. Casi sin voz, tosiendo constantemente, terminó convertido en una sombra. Murió en 1840 a la edad de 56, dejando un único hijo, Aquilles, fruto de su relación con la cantatrice Antonia Bianchi. Le fue rehusado entierro en tierra consagrada, murió de tisis. Dejó a su hijo 80000 libras esterlinas y una colección de valiosos instrumentos: un incomparable Stradivarius, un Guarnerio pequeño, un excelente Amati y el Guarnerio grande que siempre lo acompañó en sus giras. Se fue a la tumba sin haber revelado su secreto.

 

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