Félix escribe sobre Cuentos de MT para toda ocasión

marzo 04, 2017

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FÉLIX LUIS VIERA

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La editorial de la Universidad Autónoma de Nuevo León ha dado a la luz recientemente Cuentos para antes, después y en lugar de hacer el amor, volumen que reúne tres libros de cuentos del colombo-mexicano-xalapeño Marco Tulio Aguilera Garramuño (MTAG). En total 251 páginas de buenas narraciones que, no se confunda el lector, no van en todos los casos por el camino erótico-sexual que parece avisar el título. No. Sexo hay, de chanfle, de costado, a veces de “frente”, pero muy bien sustentado desde el punto de vista, diríamos, humano. Un vasto abanico de temas y asuntos hallará el leCuenctor en estos cuentos que transitan por diversas localizaciones, a veces muy distantes de la Xalapa que ya se ha hecho parte del oxígeno literario de MTAG, y así, se ha convertido —Xalapa— en “mina” para el ataque y en ocasiones la buena fe de este autor. Como bien indica el propio MTAG en su “Prólogo evitable” —un brillante ejemplo de autocrítica, dicho sea de paso—,“es inevitable que en un libro de cuentos haya unos menos olvidables que otros”. Así es. Así ocurre en el volumen que nos ocupa, en el cual, en ocasiones, tratándose de cuentos, en varios de ellos la novela asoma demasiado las orejas. Antes de continuar con la escritura de esta nota, debo aclarar que soy amigo de MTAG; de modo que resulto alguien que —como lo hace con su propia creación— leo los textos del amigo como debe ser: con odio, con deseos de sacarles las tripas. De modo que cuando afirmo que MTAG es un magnífico novelista pero, sobre todo en el primer libro de la obra que comentamos, se luce como un cuentista magistral… lo digo y lo sostengo en la Plaza Pública si es menester. Soy de los que piensan que, en el arte de narrar, podría compararse al novelista con el corredor de fondo, de maratón, y al cuentista con el de 100 o 200 metros planos. Pero, aunque en ambos casos se trate de correr, ¿puede un maratonista lograr la velocidad de un velocista? No. Y en la narrativa ocurre algo parecido: aunque en ambos casos se trate de narrar, no porque seas novelista creas que eres cuentista, y viceversa. MTAG realiza bien las dos carreras; la de fondo y la de velocidad. A continuación sustento sobre la segunda. De los siete cuentos que conforman el primer libro, “Cuentos para después de hacer el amor”, destaco dos que en mi opinión pueden servir para que el lector tenga una idea del conjunto. “Cantar de niñas”; donde la lascivia del hombre maduro por la púber —tocada, la lascivia, con no poco de lirismo y por tanto argumentada más bien de modo tangencial— cede paso a la ternura por medio de una fantasía administrada con sabiduría. Este cuento muestra la maravilla de los mejores hacedores del género. Oh…, ese bombazo dulce que nos deja al consumir la última línea. Al margen de una de las páginas de “Amor contra natura” escribí “¡fabuloso este cuento!” Se trata de un rinoceronte “humanizado” que acciona todo lo posible por ensamblar con la belleza, el amor diríamos. En este texto la alegoría, el escamoteo de la realidad (de la realidad del cuento) nos mantiene en el filo de la butaca todo el tiempo. Asimismo en este, como en todos los del volumen, MTAG exhibe su formidable poder de descripción, afincado, entre otros recursos —símil incluido—, como debe ser, en la sobriedad. Del segundo libro, “Cuentos para antes de hacer el amor” —constituido por seis piezas— selecciono “Un matrimonio feliz”. Una de las pocas narraciones donde el autor utiliza —si bien de modo parcial— la tercera persona narrativa (MTGP, un ególatra noble al fin y al cabo, casi siempre opta por la primera persona). Tres tiempos narrativos planteados con muy lograda mesura: en 16 páginas es asumida toda una historia en la que, característica, valer del género, queda implícito, no escrito, lo que ha ocurrido y ocurrirá antes y después de lo narrado. El pasaje dedicado al baño que recibe la “nena”, Atiú, de parte del “señor de la casa”, es memorable. Crudeza —¿vileza del entorno?—contrastante en esta frase de Roberto Guaraldo al protagonista: “No me lo vas a creer, pero sospecho que las esposas lo hacen a propósito. Contratan a cabritas [empleadas domésticas jóvenes y marginadas] para abrir el apetito a sus viejos cabrones”. De este libro ejemplifico además con “El masajito bayamés”, que viene siendo la continuación de “El humilde Willy en Cuba”, el cual no me parece tan logrado como “El masajito…”, donde se muestra el asombro tanto del protagonista, de visita en Cuba, como de la mujer que se halla con este en la isla antillana. El asombro de él debido a la sensualidad ambiente, toda esta, podríamos decir, cargada en una sola mujer, la “Poeta Reinante del Sur”. El asombro de ella resulta del temperamento entre cándido y apasionado de él; “qué pasión, qué frenesí, bajo un luna panzona, parecía que su consigna era acabar con mi columna vertebral”, declara Willy. En este cuento, en el cual se ridiculiza un encuentro internacional de poesía en la localidad oriental de Bayamo, queda proclamado que “en Cuba casi todo el mundo es poeta”. La hipérbole es el valimiento principal de MTAG en esta pieza: en el evento dicho participan “300 poetas de todos los rumbos del Caribe” y en una sola jornada leen “75 bardos”. Si este libro fuera mío yo excluiría “Arrepiéntete, pecador”. No solo porque se extienda a lo largo de 21 páginas, sino porque, no obstante el fulgor de su prosa, su cierre, en mi criterio, no aparece por ninguna parte. Yo lo calificaría con aquella definición del desaparecido maestro cubano Ricardo Repilado: “una novela enana”. De los valores del tercer libro, “Cuentos en lugar de hacer el amor” —compuesto por cuatro narraciones— ejemplifico con “El suave olor de la sangre” y “Juegos de la imaginación”. En “El suave olor…”, MTAG se “muda” para la Ciudad de México, justamente para un autobús del transporte público. Atendiendo a la elaboración del lenguaje que corresponde a un asaltador, a un tipo marginal —“El hombre parecía poseído. Ponía los ojos en blanco, alzaba las manos al cielo, lanzaba grandes suspiros”—; a la recreación pormenorizada del hecho —el robo a los pasajeros—; a lo tremendo de la ironía expuesta, que subvierte los valores pacatos de una sociedad a la par que resulta un fogonazo bien armando de eso que llaman crítica social…; este cuento, en mi opinión, es antológico tanto en su forma como en un contenido que debería tatuarse en el aire de la Ciudad de México. En “Juegos de la imaginación” asistimos precisamente a eso que se indica en el título. Todo parte de un supuesto taller literario de narrativa, o de algo así como la explicación del hacer del cuento mientras este es escrito. Ruth (también autonombrada Melissa) vs Salvatore, en la medida en que la trama avanza, llegan a demostrarnos que casi nada existe o que todo lo que uno quiera que exista, existe. Este cuento resulta, digamos, “cerebral”; lo cual no obsta para que, en ocasiones, naveguemos por la tristeza que cosechan el tedio o en general la carencia de realización personal. En este libro acuso de “novela enana” a “Escritor del post boom”. Así las cosas, debemos agradecer al autor por escribirlo y la Universidad Autónoma de Nuevo León por publicarlo, la aparición de un volumen de cuentos que ojalá, además de resultar atendido por los lectores, lo sea asimismo por la crítica especializada. Etiquetas Marco Tulio Aguileranarrativa mexicana Compartir COMPARTIR 0 TWEET 0 +1 0 COMPARTIR 0 COMPARTIR 0 Sobre el autor HACIA ARRIBA MÁS ARTÍCULOS DEL AUTOR Félix Luis Viera FÉLIX LUIS VIERA Félix Luis Viera nació en Santa Clara en 1945. Ha publicado seis poemarios, tres libros de cuentos y cuatro novelas, más la noveleta “Inglaterra Hernández”. Su libro de cuentos “Las llamas en el cielo” es considerado por muchos un clásico del género en su país. En Cuba, recibió en dos ocasiones el Premio de la Crítica. Su novela “Un ciervo herido” —traducida al italiano en 2005— ha recibido una notable acogida de público y crítica. Su más reciente novela, “El corazón del rey”, incursiona en la década de 1960, cuando en Cuba se establecía la llamada revolución socialista. Su poemario “La patria es una naranja” fue merecedor en 2013, en Italia, de uno de los premios “Latina en Versos”. Comenzó su carrera literaria con el poemario “Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia”, Premio David de Poesía en 1976. Desde 1995 reside en la ciudad de México.

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5 comentarios

  1. Estoy tratando de entender por qué no hay comentarios, si es obvio que muchas personas leen, pues hay contabilizadas 391 000 visitas a los textos que subo

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  3. Un pobre mediocre que siempre quiere llamar la atención. ¡Patético! Insulta a la literatura el pobre imbécil. Lo conozco, no lo aguanta nadien

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  4. Este tipo de artículos parecen de propaganda pagada o de cómplices del tipo "Si me lees te leo". Sería muy conveniente que un crítico seria le diera una revolcada a Garramuño, que recibe tanta publicidad de sus amigos, lo que es francamente sospechoso.

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