En defensa de Villoro
julio 26, 2018
Espero escribir una carta en defensa de Villoro. Será autobiográfica. Me parece un abuso de un grupo de resentidos lo que están haciendo. Someterlo a una andanada de metralla de tuitazos en los que se lo insulta, sobaja y desprecia.
Villoro escribió un artículo a vuelapluma en el que hizo una caricaturesca caracterización de un escritor arribista que saliendo de cuna humilde, se encumbra gracias al apoyo de uno de los capos de la cultura mexicana, personaje que le ofreció contrato con editorial importante a cambio de que le permitiera usar su cuerpo para sus placeres casi seniles. El artículo de Villoro no es malo ni perverso. Es apresurado. Es gracioso e irónico.
Heriberto Yepez, el Atila de la comunidad literaria, que no deja territorio sagrado sin hollar o el caballero andante de las causas literarias que considera dignas de fieras batallas (según quien lo juzgue), desmenuzó el artículo y llegó a graves conclusiones e involucró, sin decir el nombre (como Villoro) a algún varón de alto prestigio en las letras nacionales en comercios carnales a cambio de prebendas editoriales. Además ventiló los privilegios de los que ha gozado Villoro desde su nacencia hasta la actualidad, en la que (dice Heriberto) recibe casi 150 000 pesos a cambio de algunas figuraciones y conferencias.
Pienso: si Villoro tiene privilegios es porque se los ha ganado y porque los ha lobbiado. No porque sea genial. Es talentoso, nada más. No ha dado la gran obra: ni en cuento ni en novela. En crónica -género menor- es indudablemente el mejor. Es cierto que es (como Monsiváis) ajonjolí de todos los moles pero eso es resultado de su bonhomía y de su capacidad de trabajo. No dudo que si se retirara de tanta farándula podría llegar a ser un nuevo Rulfo. No un nuevo Fuentes (que nunca me pareció gran cosa). Se le reprocha su cuna de oro. Esto es una tontería. No censuro el artículo de Yepez: es brillante y tendencioso pero dice suficientes verdades como para alborotar a todos los que no han (hemos) recibido becas o a los que miden menos de un metro ochenta y cinco.
Si Villoro hubiera trabajado su texto habría conseguido un buen cuento.
Yo personalmente y en persona le reprocharía a Villoro no tener control de calidad. Publica mucho y no todo de valor literario. Leí un libro de cuentos suyo: tres cuentos muy buenos y los demás de relleno. Su novela ganadora del Premio Anagrama es fuego de artificios estilístico pero muy larga y termina por cansar. Le falta compresión y le sobra prosa brillante. Villoro es demasiado inteligente para ser buen novelista. Una dosis de tontería ayuda. Y Villoro no tiene un pelo de tonto. Además es tan erudito que ha traducido a Wittgenstein.
Conste que soy amigo de Villoro y de él sólo he recibido atenciones. De los miembros de la élite, cúpula y pritaneo literario mexicano es el ÚNICO que se ha dignado bajar los ojos para reconocer mi soberana existencia. Me ha entrevistado y ha presentado mis libros sin escatimar los más ruborizantes elogios. Todos los demás me han leído y guardan mis libros bajo la cama. Soy un pez demasiado grande para que traten de sacarme del agua del anonimato sin sentirse lastimados.
Escribo esto para llamar la atención. ¿Se dieron cuenta? A ver si me atacan unos cuantos para salir de este aburrido anonimato y animar estas vacaciones. No dudo que si Villoro se retirara de tanta farándula podría llegar a ser un nuevo Rulfo. No un nuevo Fuentes (que nunca me pareció gran cosa). Se le reprocha a Villoro su cuna de oro. Esto es una tontería. No censuro el artículo de Yepez: es brillante y tendencioso pero dice suficientes verdades como para alborotar a todos los que no han (hemos) recibido becas o a los que miden menos de un metro ochenta y cinco. Si Villoro hubiera trabajado su texto habría conseguido un buen cuento. Le reprocharía a Villoro no tener control de calidad. Publica mucho y no todo de valor literario. Leí un libro de cuentos suyo: tres cuentos muy buenos y los demás de relleno. Su novela ganadora del Premio Anagrama es un fuego de artificios estilístico pero muy larga y termina por cansar. Conste que soy amigo de Villoro y de él sólo he recibido atenciones. De los miembros de la élite, cúpula y pritaneo literario mexicano es el ÚNICO que se ha dignado bajar los ojos para reconocer mi soberana existencia. Me ha entrevistado y ha presentado mis libros. Todos los demás me han leído y guardan mis libros bajo la cama. Escribo esto para llamar la atención. ¿Se dieron cuenta? A ver si me atacan unos cuantos para salir de este aburrido anonimato y animar estas vacaciones.
El alboroto causado por el artículo que escribió Yepez sobre el artículo que escribió Villoro ha sido grande y ha sacado a la luz trapos íntimos bastante sucios... Lo que va a pasar al final de todo esto es que no va a pasar nada. Cada cual va a persistir en su ser, que es lo que hacen prácticamente todos los seres humanos: Villoro en su trono; Yepez ejerciendo de azote de dioses y potestades. Nihl novum sub sole o algo así.
Villoro escribió un artículo a vuelapluma en el que hizo una caricaturesca caracterización de un escritor arribista que saliendo de cuna humilde, se encumbra gracias al apoyo de uno de los capos de la cultura mexicana, personaje que le ofreció contrato con editorial importante a cambio de que le permitiera usar su cuerpo para sus placeres casi seniles. El artículo de Villoro no es malo ni perverso. Es apresurado. Es gracioso e irónico.
Heriberto Yepez, el Atila de la comunidad literaria, que no deja territorio sagrado sin hollar o el caballero andante de las causas literarias que considera dignas de fieras batallas (según quien lo juzgue), desmenuzó el artículo y llegó a graves conclusiones e involucró, sin decir el nombre (como Villoro) a algún varón de alto prestigio en las letras nacionales en comercios carnales a cambio de prebendas editoriales. Además ventiló los privilegios de los que ha gozado Villoro desde su nacencia hasta la actualidad, en la que (dice Heriberto) recibe casi 150 000 pesos a cambio de algunas figuraciones y conferencias.
Pienso: si Villoro tiene privilegios es porque se los ha ganado y porque los ha lobbiado. No porque sea genial. Es talentoso, nada más. No ha dado la gran obra: ni en cuento ni en novela. En crónica -género menor- es indudablemente el mejor. Es cierto que es (como Monsiváis) ajonjolí de todos los moles pero eso es resultado de su bonhomía y de su capacidad de trabajo. No dudo que si se retirara de tanta farándula podría llegar a ser un nuevo Rulfo. No un nuevo Fuentes (que nunca me pareció gran cosa). Se le reprocha su cuna de oro. Esto es una tontería. No censuro el artículo de Yepez: es brillante y tendencioso pero dice suficientes verdades como para alborotar a todos los que no han (hemos) recibido becas o a los que miden menos de un metro ochenta y cinco.
Si Villoro hubiera trabajado su texto habría conseguido un buen cuento.
Yo personalmente y en persona le reprocharía a Villoro no tener control de calidad. Publica mucho y no todo de valor literario. Leí un libro de cuentos suyo: tres cuentos muy buenos y los demás de relleno. Su novela ganadora del Premio Anagrama es fuego de artificios estilístico pero muy larga y termina por cansar. Le falta compresión y le sobra prosa brillante. Villoro es demasiado inteligente para ser buen novelista. Una dosis de tontería ayuda. Y Villoro no tiene un pelo de tonto. Además es tan erudito que ha traducido a Wittgenstein.
Conste que soy amigo de Villoro y de él sólo he recibido atenciones. De los miembros de la élite, cúpula y pritaneo literario mexicano es el ÚNICO que se ha dignado bajar los ojos para reconocer mi soberana existencia. Me ha entrevistado y ha presentado mis libros sin escatimar los más ruborizantes elogios. Todos los demás me han leído y guardan mis libros bajo la cama. Soy un pez demasiado grande para que traten de sacarme del agua del anonimato sin sentirse lastimados.
Escribo esto para llamar la atención. ¿Se dieron cuenta? A ver si me atacan unos cuantos para salir de este aburrido anonimato y animar estas vacaciones. No dudo que si Villoro se retirara de tanta farándula podría llegar a ser un nuevo Rulfo. No un nuevo Fuentes (que nunca me pareció gran cosa). Se le reprocha a Villoro su cuna de oro. Esto es una tontería. No censuro el artículo de Yepez: es brillante y tendencioso pero dice suficientes verdades como para alborotar a todos los que no han (hemos) recibido becas o a los que miden menos de un metro ochenta y cinco. Si Villoro hubiera trabajado su texto habría conseguido un buen cuento. Le reprocharía a Villoro no tener control de calidad. Publica mucho y no todo de valor literario. Leí un libro de cuentos suyo: tres cuentos muy buenos y los demás de relleno. Su novela ganadora del Premio Anagrama es un fuego de artificios estilístico pero muy larga y termina por cansar. Conste que soy amigo de Villoro y de él sólo he recibido atenciones. De los miembros de la élite, cúpula y pritaneo literario mexicano es el ÚNICO que se ha dignado bajar los ojos para reconocer mi soberana existencia. Me ha entrevistado y ha presentado mis libros. Todos los demás me han leído y guardan mis libros bajo la cama. Escribo esto para llamar la atención. ¿Se dieron cuenta? A ver si me atacan unos cuantos para salir de este aburrido anonimato y animar estas vacaciones.
El alboroto causado por el artículo que escribió Yepez sobre el artículo que escribió Villoro ha sido grande y ha sacado a la luz trapos íntimos bastante sucios... Lo que va a pasar al final de todo esto es que no va a pasar nada. Cada cual va a persistir en su ser, que es lo que hacen prácticamente todos los seres humanos: Villoro en su trono; Yepez ejerciendo de azote de dioses y potestades. Nihl novum sub sole o algo así.
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