Elogios desmedidos
agosto 11, 2018
Silverio Sánchez
Quiero, por lo menos inicialmente, distraer mi
presentación de una tesitura marcadamente formal o académica, y situarme en un
tono decididamente afectivo respecto de esta novela, porque mi objetivo en esta
ocasión es muy simple: por la opinión que esta novela me ha merecido, quiero
ante todo, al compartir mi experiencia de su lectura, invitar al público, con
el mayor entusiasmo posible, a acercarse a esta obra y a procurarse el disfrute
de un texto llanamente magistral. Voy a ser breve y disparo de inmediato: la
lectura de esta novela me ha deslumbrado. Como le dije a Marco tras leer apenas
los primeros capítulos: estoy realmente impresionado. Yo estoy familiarizado
con la narrativa de Marco Tulio y mi experiencia de lectura es que Formas de luz significa un claro salto
cualitativo en el conjunto de su obra. Tal vez esa brecha consista en que todos
los recursos narrativos que se encuentran desperdigados en los libros
anteriores de Marco Tulio los encuentro en esta novela en un grado máximo de
concentración y potencia. Cualquier lector con cierto nivel de competencia
lectora podrá percibir la compleja belleza del tejido narrativo de Formas de luz. Cualquier lector que se
ha formado como tal a fuerza de visitar la literatura de todos los tiempos podrá
darse cuenta de que leyendo este libro se sumerge una vez más en las corrientes
de la literatura universal.
Una experiencia particular es
que, tras leer esta novela, he sentido el impulso de volver a la obra anterior
de Marco, un poco bajo aquella dinámica que Borges refería en uno de sus
legendarios mini ensayos, donde declaraba que la lectura de una obra posterior
puede determinar la lectura de obras anteriores: yo ahora siento el impulso de
releer las novelas, relatos, crónicas y ensayos anteriores de Marco en busca de
lo que he encontrado en Formas de luz;
y seguramente encontraré cosas que aparecerán como efecto de haber leído esta
novela actual. Creo que a partir de la novela que aquí presentamos, leeremos de
otra manera toda la obra anterior de Marco Tulio Aguilera Garramuño.
Por más válido que pueda ser, he
elegido no abundar aquí en el tema de la novela ni aventurar algún género de
interpretación literaria. Baste con decir que esta novela tiene como hilo
principal un paseo infernal por el túnel de la depresión y que es la
transcripción literaria de los innumerables modos en que Ventura padece y
observa su propio tormento melancólico. Y enseguida quiero dar un resumen de lo
que para mí es el meollo de la forma de esta novela.
El lector va a encontrar la
acción, si se le puede llamar acción a este desmenuzadero de la experiencia
humana, desarrollada mediante un artificio narrativo poliédrico, un rejuego
inaudito de niveles y de perspectivas que se imbrican en el entramado
estableciendo múltiples relaciones entre sí, siempre determinándose mutuamente.
Lo que sucede en la obra será contado, en un enorme sintagma narrativo
totalmente coherente y cohesionado, que relata una y otra vez las mismas cosas,
será contado pues en una sutil sucesión de puntos de vista que alterna ya el
recuerdo, el sueño, la suposición, la sospecha, otra persona gramatical, otro
momento narrativo, incluso otros relatos del propio Marco Tulio; también lo
olvidado, lo dicho con engaño, lo dicho con doble o múltiple intención y un
considerable etcétera; es importante tener claro que esta lista que menciono no
es un listado de temas, sino un listado de perspectivas que forman entretejidas
un múltiple hilo narrativo, todo imbricado en una secuencia a la vez
indiscernible, porque las perspectivas se afectan las unas a las otras de
manera forzosa, pero de una manera perfectamente inteligible, en la búsqueda
angustiosa e increíblemente pareciera que impertérrita, de un núcleo, de un
centro organizador, de una explicación que pudiera señalar una salida del hoyo
de la depresión y en última instancia del hoyo kierkegaardiano de la vida. Al
efecto, el narrador ejecuta, pues, todo el tiempo, una especie de aleph
borgiano escritural mediante el cual pretende ver un mismo hecho o una sucesión
de hechos desde todos los puntos de vista posibles. Un ejercicio narrativo
asombroso y estremecedor que refiere una desesperación amplísima y concentrada,
conducida por una inteligencia amarga y equilibrada, atrozmente resignada, que
se resuelve en vastas implosiones, o en explosiones silenciosas capaces de
destrozar el mundo entero sin romper un solo plato. Por ello el lector no
percibirá esta hazaña verbal como pirotecnia diseñada para sorprender, ni como
expresión de un solipsismo agazapado, ni siquiera como desarticulaciones
encaminadas a la destrucción de este o de aquel paradigma del género que sea.
Este complejo entramado se percibe simplemente como si no hubiera otro modo de
contarse esta nueva temporada en el infierno. Porque realmente la estructura
narrativa en esta novela se vuelve inherente a la historia, se convierte en una
narración auténtica en que forma y fondo son una unidad inseparable. Este
maremágnum retórico será mantenido entonces por el narrador a lo largo de
cientos de páginas con un tono increíblemente uniforme, seco, monótono, sin
estridencias. Una sucesión disciplinada e inacabable de frases cortas,
precisas, condensadas, contundentes, controladas. Pero no al modo de quien toma
distancia de lo que le sucede sea por enajenamiento existencial o por algún
género de escepticismo raigal. Este relatar acompasado de una experiencia
infernal se percibe como el de alguien que está metido hasta el cuello en este
mundo terrenal y que, en medio de la más violenta amargura, escribe sólo porque
le late el corazón y porque fue dotado con el don de escribir y no le queda de
otra y es, además, el único modo que tiene de seguir viviendo. Escribe, y sigue
adelante, y escribe, por atrás, por adelante, por arriba, por abajo, buscando
con supremo cansancio quizá una luz, una salida, una esperanza.
No atosigo más la paciencia del
escucha. Esta obra, en su entramado, por supuesto que es mucho más de lo que le
acabo de contar. El lector encontrará en Formas
de luz los recursos que Marco tiene consolidados desde hace muchos años:
una potencia léxica derivada de un trasfondo cultural de gran calado, que suele
dotar a los textos de Marco de un halo de tratados de filosofía, de literatura,
de antropología, de religión, de música, de sicología, etc. Y una capacidad
analítica milimétrica, rigurosa, sin concesiones, y un tono totalmente
distraído de cualquier intención efectista que pudiera ostentar cualquier otro
escritor de menor rango. Estas virtudes arropan en esta novela la sorprendente
construcción narrativa que hemos intentado describir muy sucintamente arriba.
El resultado es una experiencia de lectura fascinante y sobrecogedora. Eso digo
yo. Pero por favor, véalo por usted mismo, lector.
Muchas gracias
Silverio Sánchez Rodríguez
Xalapa, Veracruz a 3 de agosto de 2018
Colegio Preparatorio de Xalapa
Feria del Libro Infantil y Juvenil 2018
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