21 razones para leer El año del sol negro, novela de Daniel Ferreira
septiembre 27, 2018
2. La obra está escrita con sencillez, sin artificios retóricos y sin embargo está cargada de momentos de alta poesía. La poesía no surge precisamente del estilo, sino de las situaciones.
3. La gran facilidad (felicidad, deleite, intriga) con que se lee (o leo) reside en gran parte en el carácter fragmentario y breve de cada unidad de sentido, lo que sin embargo no hace confusa la novela, sino que la aligera precisamente porque cada capítulo resulta ser un pequeño relato que sin depender del todo, lo alimenta.
4. El autor no le teme al lenguaje colombiano, a las expresiones locales ni a los arcaísmos, los usa con naturalidad (calambuco, cuchuco, guarapo, entelerido, ameros, esmugar... y otras mil expresiones posiblemente no le digan nada a un extranjero de Colombia, pero se deducen por el contexto, se buscan en el diccionario o simplemente se disfrutan).
5. La estructura de espejo: cuenta lo que le sucede al protagonista de la primera sección, José Celestino Sal, en la primera parte; y cuenta lo que le sucede a la segunda protagonista, Jula Valserra, en la segunda parte: las dos líneas de eventos suceden simultáneamente en diferentes lugares: se ve la historia desde dos puntos de vista: el masculino y el femenino (el hombre que se enrola a las filas de la Revolución y sale en busca de su origen; y la mujer que cuenta lo que le sucede en su pueblo en su diario personal.
6. El uso de fragmentos breves y hasta brevísimos, en forma de cuentos, muchos de ellos deslumbrantes, conmovedores, encabezados por subtítulos. Rememoro algunos fragmentos memorables: el de Magdalena y su marido descuartizado; el casi fusilamiento de El Jaguar (piensa uno en una escena de la vida de Dostoievski); la incineración de un revolucionario moribundo en la cima de una pila de cadáveres).
7. Personajes impresionantes por diversas razones (El Jaguar, José Celestino Sal; Rosario Díaz, el desharrapado comandante de las fuerzas insurgentes; Felicidad Lausen -bellísimo personaje, de una fuerza impresionante, que aparece y desaparece dejando al lector con la nostalgia de más relatos de su vida-, el ermitaño (toda una novela roussoniana en sí misma); la mujer que repite constantemente "yo puedo sola". En el flujo del relato general van apareciendo cuentos de belleza deslumbrante, que ayudan a mantener el interés del lector.
8. El magistral tratamiento de las escenas eróticas. Hay delicadeza, naturalidad, belleza. No existe morbosidad o regocijo en la perversidad. Un ejemplo: "Recuerdas el día, porque un sol cobrizo entraba por la ventana al amanecer y le daba en la cara y el pecho desnudo. Lo recuerdas, además, porque fue la última vez que estuviste dentro de su cuerpo. Recuerdas ahora el arco de las cejas, una de las cuales estaba más arriba que la otra y le daba altivez a su mirada. Recuerdas los labios carnosos y los ojos alargados. Recuerdas bien el mapa de aquel cuerpo. Las hebras de pelo desordenado después de la noche de amor. Cada tendón de su cuello. Cada porción de ese cuerpo que ya no tendrás, si te matan". Otro: "El segundo día ella rodeó con los labios la carne que se ofrecía. El tercer día se acostó en la hierba trillada y ella se sentó a cabalgar con los ojos cerrados".
9 bis. Ante ciertas escenas muy bien logradas cree el lector estar ante cuadros de Sorolla, Velázquez, Goya, Rembrandt. Adivina el lector que el autor además de manejar una erudición literaria de trasfondo tiene una cultura plástica respetable.
10. El lector erudito puede ir desenterrando el tapiz subterráneo de obras y fuentes con las que se relaciona la de Ferreira: La Ilíada, La guerra y la paz, la narración de la batalla de las Termópilas, diarios personales, crónicas históricas, se pueden adivinar como fundamento del tejido narrativo.
11. El planteamiento dentro de la novela de un ars narrativa y poética en los que se explican la génesis de la obra que tenemos entre manos.
12. Diálogos de profundidad rulfiana (que no le deben nada a Rulfo sino a la sensibilidad poética del autor). 11. La frecuentes muestras de sabiduría de la vida en voz de narradores o personajes. ("Como aquellos que se lanzan al mar con gente que sabe leer el destino en las estrellas". "Aun no te habías fijado en el alma de ninguna mujer. Sólo en las caderas y el abultamiento del pecho". "Desnudarse, el único acto revolucionario de una mujer".
13. La profundización en la naturaleza femenina. El papel de Julia Valserra es un papel semejante al de la Penélope de Homero: se queda en casa mientras su hombre sale a la guerra dejándola sola y embarazada. Julia en lugar de tejer y destejer, lo que hace es escribir su diario personal: esa es su rebelión contra la inmovilidad de su vida (siempre a la espera).
14. El hecho de que casi todo tenga un sentido dentro del plan general de la novela.
15. Las escenas de las escaramuzas y batallas son impresionantes. Los campos cubiertos de cadáveres, los arroyos teñidos de sangre, las mutilaciones, las masacres, alcanzan niveles de gran épica que recuerdan escenas de La guerra y la paz, Sin novedad en el frente y otras obras clásicas.
16. La novela comienza a flaquear en la tercera parte, titulada El eclipse. Aunque todos los cabos sueltos se amarran, hay descuido en el estilo, demasiadas obviedades, frases mal construidas, anacolutos (una parte de la frase inicial se liga con otra que no tiene relación alguna: se sacan conclusiones absurdas, mal cosidas).
17. Hay auténticas epopeyas como el ascenso del barco cargado con armas traídas de Inglaterra para los rebeldes por el río Magdalena. Recuerda este relato la narración de la primera travesía emprendida por el Amazonas por Orellana, hazaña que fue cronicada por el fraile dominico Fray Gaspar de Carvajal. Recuerda también por su dramatismo la travesía por el Amazonas de Aguirre, hecho que fue tema de una célebre película de Werner Herzog.
18. La novela termina melodramáticamente con un protagonista arrastrándose sobre un campo plagado de cadáveres, delirando, recuperando en los momentos previos a su muerte, los momentos más epifánicos de su vida.
19. Las líneas finales: "lejos del cuerpo, la batalla continúa", nos remite a Colombia y a su situación actual, donde como fantasmas infinitos siguen luchando los mismos bandos: liberales y conservadores disfrazados de grupos guerrilleros, de parlamentarios, presidentes, asambleístas.
20. La novela El año del sol negro vale. Vale mucho. Es un tour de force espléndido.
21. Esperemos que haya crítica seria sobre esta novela. Representa un salto cuántico en la carrera de Daniel Ferreira, cuyas novelas anteriores (a excepción de Rebelión de los oficios inútiles ) me parecen bastante legibles... pero comparadas con El año del sol negro resultan ser apuestas menores.
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