Rubem Fonseca
abril 24, 2008 ¿Quién es Rubem Fonseca?
Descabezadero
¿Quién es Rubem Fonseca? Si se puede calificar a algún escritor latinoamericano de duro, sería a Rubem Fonseca, cuyas novelas son de una crueldad, de una impiedad y una violencia sin par. Desde hace muchos años he leído los libros de Fonseca. Podría decir que es mi escritor favorito, incluso más que García Márquez. Ha llegado a tal grado mi admiración de los cuentos de Rubem Foseca, que hice el intento de imitarlos. Primero fue en un cuento que llamé “El suave olor de la sangre”, texto en el que relato el asalto a un autobús en la ciudad de México. Quizás sea éste el texto que más haya trabajado en mi vida. Para prepararme con el objetivo de escribirlo leí la Biblia de principio a fin y la subrayé. Leí también muchos libros sobre sacrificios aztecas. La idea de escribir “El suave olor de la sangre” partió de la lectura de una noticia en un periódico: en ella se contaba que un grupo de muchachos había abordado un autobús en el DF, obligando al conductor a desviar el curso normal, rumbo a calles deshabitadas. Ya allí desvalijaron a los pasajeros y abusaron de unas pasajeras. La noticia comenzó a rondar mi mente. Escribí el primer borrador. Luego pensé que era necesario buscar una fundamentación al asalto, más allá de la convencional necesidad de conseguir dinero fácil. Inventé que los asaltantes se pregonaban guerreros aztecas y vengadores de la raza. Inventé también que eran estudiosos de la Biblia y en ella hallaron justificaciones para sus actos. Finalmente estudié los sacrificios humanos de los aztecas. Con toda está confusa y masiva información hice una mezcla, que dio como resultado mi cuento “El suave olor de la sangre”. Este cuento fue finalista en el Concurso Latinoamericano de Cuento de la revista Plural y Excélsior. Del mismo cuento se hizo el guión para una película en Colombia. Me gustó mucho la película pero nunca se distribuyó a nivel internacional. La UNAM quiso hacer una obra de teatro con ese cuento, pero finalmente escogieron una obra de Ignacio Solares.
Otro cuento que escribí siguiendo el modelo de Rubem Fonseca fue “Olor a cuero”, que nació también a partir de una noticia periodística: una vedette brasileña fue violada en su propia casa. Mientras estaba siendo violada concibió la manera de vengarse: convenció al violador de que estaba enamorada, le regaló joyas y dinero y, al despedirse, le preguntó cuándo regresas, mi amor. El violador, convencido de que su encanto había enamorado a la vedette, le dijo mañana regreso… Al día siguiente, cuando regresó el violador, tras la puerta lo estaban esperando los policías. (“Olor a cuero” está incluido en Cuentos para ANTES de hacer el amor, Editorial Educación y Cultura —libro que por cierto he visto en Xalapa en sitios extraños, como un puesto de periódicos en Plaza Museo, la distribuidora de publicaciones de la calle Clavijero y en la Cafetería La Naval, cerca de La Parroquia, además en Hidalgo 9, Feria Permanente del Libro Universitario.)
¿Qué es lo que hace tan extraordinariamente atractivo lo que escribe Rubem Fonseca? Intentaré algunas respuestas. 1. La naturalidad con que dice unas barbaridades bárbaras. Veamos este pasaje de un cuento de su libro más reciente, Ella y otras mujeres: “Muchas veces sólo queremos satisfacer una fantasía sexual, dijo Diana. Hoy mi fantasía es acostarme con un hombre sádico, que me amarre, me amenace, me dé algunas cachetadas, pero sin lastimarme mucho. ¿Eres ese hombre?”
Conocí a Rubem Fonseca en la Feria del Libro de Guadalajara. Lo primero que me dijo cuando le fui presentado fue: “Hoy durante el almuerzo estuvimos hablando de ti. Estuvimos de acuerdo en que eres uno de los más grandes cuentistas de Latinoamérica”. El único testigo de esa frase que me mandó directamente al cielo de la vanidad satisfecha, fue mi esposa. Pero no le pregunten a ella: detesta todo lo que sea elogios, particularmente cuando van dirigidos a Marcote.
Quien conozca personalmente a Fonseca pensará que es el viejito más tierno del mundo. Tiene 84 años y una amabilidad y bonhomía muy agradables. Ah, pero cuando escribe y cuando se para ante un auditorio—lo que no hace con frecuencia— se transforma en el peor azote de la hipócrita humanidad. En Guadalajara leyó un cuento abiertamente pornográfico y la gente lo escuchó como a la palabra de Dios. Compré su libro sobre las mujeres para que me lo dedicara. Lo hizo con cariño y me escribió su dirección electrónica…Sólo que con una letra tan temblorosa que resultó indescifrable… Además durante el viaje de regreso perdí el libro y la dirección.
Fonseca escribe con una despreocupación grande. No le interesa pulir el estilo. Tal parece que lanza las palabras irresponsablemente sobre el papel. Ha tenido graves problemas con la censura brasileña. Durante muchos años afrontó un proceso por publicar pornografía. Finalmente lo ganó. De su vida privada sé poco. Sin duda que debe parecerse a muchos sus cuentos. En ellos hay viejos que se enamoran de niñas, muchos muertos, muchos maleantes, un desprecio soberano por los políticos y por la religión (he aquí una de sus frases: “Sólo las mujeres feas van a misa”). En Guadalajara dijo ante el público: “En mis cuentos hay muchos coitos y muchos muertos. Eso me gusta a mí y le gusta a los lectores”.
Con todo y sus desplantes uno no puede menos que amar a Rubem Fonseca: él dice lo que nadie dice. Sus obras son objeto de culto en Brasil y en muchos países. Son todo lo contrario al mundo mágico y de alguna manera maquillado de García Márquez.
Descabezadero
¿Quién es Rubem Fonseca? Si se puede calificar a algún escritor latinoamericano de duro, sería a Rubem Fonseca, cuyas novelas son de una crueldad, de una impiedad y una violencia sin par. Desde hace muchos años he leído los libros de Fonseca. Podría decir que es mi escritor favorito, incluso más que García Márquez. Ha llegado a tal grado mi admiración de los cuentos de Rubem Foseca, que hice el intento de imitarlos. Primero fue en un cuento que llamé “El suave olor de la sangre”, texto en el que relato el asalto a un autobús en la ciudad de México. Quizás sea éste el texto que más haya trabajado en mi vida. Para prepararme con el objetivo de escribirlo leí la Biblia de principio a fin y la subrayé. Leí también muchos libros sobre sacrificios aztecas. La idea de escribir “El suave olor de la sangre” partió de la lectura de una noticia en un periódico: en ella se contaba que un grupo de muchachos había abordado un autobús en el DF, obligando al conductor a desviar el curso normal, rumbo a calles deshabitadas. Ya allí desvalijaron a los pasajeros y abusaron de unas pasajeras. La noticia comenzó a rondar mi mente. Escribí el primer borrador. Luego pensé que era necesario buscar una fundamentación al asalto, más allá de la convencional necesidad de conseguir dinero fácil. Inventé que los asaltantes se pregonaban guerreros aztecas y vengadores de la raza. Inventé también que eran estudiosos de la Biblia y en ella hallaron justificaciones para sus actos. Finalmente estudié los sacrificios humanos de los aztecas. Con toda está confusa y masiva información hice una mezcla, que dio como resultado mi cuento “El suave olor de la sangre”. Este cuento fue finalista en el Concurso Latinoamericano de Cuento de la revista Plural y Excélsior. Del mismo cuento se hizo el guión para una película en Colombia. Me gustó mucho la película pero nunca se distribuyó a nivel internacional. La UNAM quiso hacer una obra de teatro con ese cuento, pero finalmente escogieron una obra de Ignacio Solares.
Otro cuento que escribí siguiendo el modelo de Rubem Fonseca fue “Olor a cuero”, que nació también a partir de una noticia periodística: una vedette brasileña fue violada en su propia casa. Mientras estaba siendo violada concibió la manera de vengarse: convenció al violador de que estaba enamorada, le regaló joyas y dinero y, al despedirse, le preguntó cuándo regresas, mi amor. El violador, convencido de que su encanto había enamorado a la vedette, le dijo mañana regreso… Al día siguiente, cuando regresó el violador, tras la puerta lo estaban esperando los policías. (“Olor a cuero” está incluido en Cuentos para ANTES de hacer el amor, Editorial Educación y Cultura —libro que por cierto he visto en Xalapa en sitios extraños, como un puesto de periódicos en Plaza Museo, la distribuidora de publicaciones de la calle Clavijero y en la Cafetería La Naval, cerca de La Parroquia, además en Hidalgo 9, Feria Permanente del Libro Universitario.)
¿Qué es lo que hace tan extraordinariamente atractivo lo que escribe Rubem Fonseca? Intentaré algunas respuestas. 1. La naturalidad con que dice unas barbaridades bárbaras. Veamos este pasaje de un cuento de su libro más reciente, Ella y otras mujeres: “Muchas veces sólo queremos satisfacer una fantasía sexual, dijo Diana. Hoy mi fantasía es acostarme con un hombre sádico, que me amarre, me amenace, me dé algunas cachetadas, pero sin lastimarme mucho. ¿Eres ese hombre?”
Conocí a Rubem Fonseca en la Feria del Libro de Guadalajara. Lo primero que me dijo cuando le fui presentado fue: “Hoy durante el almuerzo estuvimos hablando de ti. Estuvimos de acuerdo en que eres uno de los más grandes cuentistas de Latinoamérica”. El único testigo de esa frase que me mandó directamente al cielo de la vanidad satisfecha, fue mi esposa. Pero no le pregunten a ella: detesta todo lo que sea elogios, particularmente cuando van dirigidos a Marcote.
Quien conozca personalmente a Fonseca pensará que es el viejito más tierno del mundo. Tiene 84 años y una amabilidad y bonhomía muy agradables. Ah, pero cuando escribe y cuando se para ante un auditorio—lo que no hace con frecuencia— se transforma en el peor azote de la hipócrita humanidad. En Guadalajara leyó un cuento abiertamente pornográfico y la gente lo escuchó como a la palabra de Dios. Compré su libro sobre las mujeres para que me lo dedicara. Lo hizo con cariño y me escribió su dirección electrónica…Sólo que con una letra tan temblorosa que resultó indescifrable… Además durante el viaje de regreso perdí el libro y la dirección.
Fonseca escribe con una despreocupación grande. No le interesa pulir el estilo. Tal parece que lanza las palabras irresponsablemente sobre el papel. Ha tenido graves problemas con la censura brasileña. Durante muchos años afrontó un proceso por publicar pornografía. Finalmente lo ganó. De su vida privada sé poco. Sin duda que debe parecerse a muchos sus cuentos. En ellos hay viejos que se enamoran de niñas, muchos muertos, muchos maleantes, un desprecio soberano por los políticos y por la religión (he aquí una de sus frases: “Sólo las mujeres feas van a misa”). En Guadalajara dijo ante el público: “En mis cuentos hay muchos coitos y muchos muertos. Eso me gusta a mí y le gusta a los lectores”.
Con todo y sus desplantes uno no puede menos que amar a Rubem Fonseca: él dice lo que nadie dice. Sus obras son objeto de culto en Brasil y en muchos países. Son todo lo contrario al mundo mágico y de alguna manera maquillado de García Márquez.
2 comentarios
Querido Marco Tulio,
ResponderEliminarEn lo personal, de García Márquez solo me gusta Cien años de soledad y un poco El coronel..., pero nada más.
De Rubem Fonseca, no he leido nada. Tengo que empezar a hacerlo.
Saludos,sabe, terminé de leer hace algunos días su serie de "cuentos para después de hacer el amor" y me a gustado mucho, le expreso mi profunda admiración. Tal vez le resulte inadecuado el medio pero confío que me permotirá contactarle. Trabajo en la revista Literaria Polifonía de la ciudad de Pereira y me gustaría poder hacerle una pequeña entrevista, espero no tenga ningún problema. Si le parece bien, puede enviarme un correo a polifonia9@gmail.com. Espero su respuesta
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