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DIARIO DE 1966. LOS FRUTOS QUE NO SE RECOJEN EN EL CAMINO

octubre 13, 2010

Elisa Dávila, directora del Departamento de Lenguas Extranjeras de la Universidad Estatal de Nueva York, estaba muy entusiasmada. Me dio el manuscrito de un libro suyo de poemas. Le prometí leerlo y buscarle editor en México. Ella se comprometió a organizar un encuentro de escritores en Albany. Yo le ofrecí conseguir una escritora mexicana y un narrador costarricence para hacer un pequeño coloquio en el 97, que sería un ensayo de un congreso grande en el 98. Seríamos tres escritores y varios críticos. Nos pagarían viajes, estadía y buenos dólares.
Elisa se queja de que a otras universidades norteamericanas vayan frecuentemente escritores como Fuentes, Vargas Llosa o José Donoso, mientras que a SUNY University no va ninguno de los grandes. ¿Por qué? Ella misma confiesa. Porque los directores de Departamentos no hemos movido los fondos disponibles para congresos y conferencias.
A medida que uno se acerca al norte, al Polo, la luz se hace más opaca y todo parece verse en blanco y negro. El mundo entero parece estarse preparando para esa especie de blanco fin del mundo que es el invierno. Animales y seres humanos desaparecen de la faz de la tierra y se ocultan en sus refugios. El año pasado en New Paltz hubo dos metros de nieve. Imaginar que uno quiera abrir la puerta de su casa y que se lo impida un sólido bloque de hielo. Es como estar en un gran refrigerador. Sólo pueden salvarse los que tengan una intensa vida interior, calefacción suficiente, muchos libros y un gran amor.
He corrido por paisajes y ciudades con la idea de que un día voy a regresar con mayor paciencia a disfrutar de esto al lado de mi mujer. Ya llevo siete días de templanza sin sobresaltos y no he sufrido mucho. Ni básquet ni mujeres, sólo conferencias, viajes, lectura, escribir estas notas. ¿Seré capaz de seguir esta vida de asceta durante 20 días? En mi charla con los profesores de New Paltz fui menos locuaz, más contenido, que en mis anteriores conferencias. Sus preguntas fueron similares a las de los estudiantes (y treinta días después estaría dando otra charla a profesores y estudiantes de la Preparatoria Abierta Movimiento Obrero de Xalapa, y me preguntarían exactamente lo mismo: ¿Por qué fue escritor y no filósofo? ¿Qué lo motivó a estar en esta ciudad? ¿Qué impresión tiene acerca de los sueños, en qué se inspira para escribir, qué cuento o novela le recomendaría a los jóvenes para que comenzaran a leer y por qué? ¿En su cuento "Historia de un orificio" usted cuenta algo que le pasó o que imaginó? ¿Sus obras están basadas en vivencias personales? ¿Por qué se hizo escritor, de qué se rodea para inspirarse? Hay muchos escritores que tienen que vivir experiencias para contarlas, ¿es usted uno de ellos? ¿Por qué insiste tanto en los sueños? ¿Por qué los seres agresivos no se ocupan de los saúdes? ¿Entre los homosexuales hay saúdes? ¿Cuál es su objetivo al escribir? Por lo que sabemos tiene buena relación con GGM, ¿de qué manera ha influido en su forma de escribir? ¿Ha escrito en otros idiomas, qué tipo de mensaje predomina en sus cuentos, por qué habla tanto sobre la mujer, el erotismo, el amor y por qué se siente autorizado para hacerlo?
Este de New Paltz, New York, es un mundo muy especial y con pocas variaciones, aburridor a morir. He de decirlo con claridad: prefiero estar en Xalapa, Veracruz, que en New Paltz. En una reunión con artistas plásticos descubrí que con una de ellas, de largo pelo y dientes como vías de tren, tenía una afinidad: habíamos sufrido en Cali al mismo profesor de Filosofía, William Betancourt, quien hizo de Kant su nido más tedioso y nunca salió de él.
He dormido profundamente. Soñé con una mujer bella y serena, que estaba esperando inútilmente que yo me acercara a ella. Tenía los ojos azules, el cabello corto, una sonrisa de suave melancolía, como si supiera de la imposibilidad de tener una relación conmigo, pero estuviera ahí, en mis sueños, esperando que yo decidiera acercarme. No lo hice. Me sentí muy muy triste. Tal vez este sueño tenga relación con el hecho de que ayer conocí a una nicaragüense muy bella, de una simpatía agradabilísima, bellos hoyuelos en las mejillas y unos grandes y pícaros ojos. Al despedirme la besé y le acaricié las manos. Voy caminado por el país, paso al lado de los frutos y el único placer que me permito es mirarlos y olerlos.
Súbitamente tomo la decisión. Me levanto. Le pido a Rafael el teléfono de Luz, la muñeca nicaragüense. ¿Para qué lo quieres?, pregunta aterrorizado y luego dice: Es casada, tiene una hija. Yo me sé mi canción, le respondo. Está muy ocupada, no tendrá tiempo para ti. La llamo. Soy MT, le digo. Hay algo que tengo que decirte antes de partir y no verte de nuevo nunca más. Sí, mi amor, dice con calidez, yo toda la noche estuve soñando contigo y supe que ibas a llamar. Mira, Luzdemivida, sentí por ti un enorme cariño, unas grandes ganas de abrazarte. MT, colombianito piricuaco, estás haciendo que me reviente el corazón, dijo Luzdemedianoche, lo tengo como un sapo en una olla a presión a punto de reventar.
¿Rafael me hace gestos de terror. ¿Está casada!, grita silenciosamente.
Qué vamos a hacer, MT, dice Luz, yo no quiero que esto termine así. Ya sé, mi amor, no voy a ir a trabajar, dice Luz, le llevo la niña a mi madre y celebraremos la mañana del siglo. Rafael se estaba mesando los tres pelos que le quedan en la cabeza, indignado, parecía uno de esos monigotes de caricatura que echan humo por los oídos. Hablaba con gestos, queriéndome decir que todos le iban a echar la culpa del desastre. Luz era la maravillla del pueblo. "Es una mujer muy delicada, una líder de la comunidad, una santa que todos adoran, y tú la vas a destruir, no hagas esto".
Colgué. Me senté sonriente a esperar. Abajo se escucharon pasos. Entró Luz corriendo como en un final de película francesa y me abrazó.
-Ya lo tengo todo arreglado -dijo Luz frotándole la calva a Rafael, como si fuera un vientre de Buda-. Tú te vas a tu trabajo y yo me quedo con MT todo el día. Mira, toma estos cien dólares y te vas a un hotel esta noche. Yo me ocupo de todo. Yo llevo al colombianito al aeropuerto, pero antes vamos a arreglar un asunto él y yo. Y tú serás el guardián de este pacto. Nadie va a saberlo, ¿verdad, Rafita?
Le dio un delicado beso en la calva.
Rafael tomó el billete, lo dejó bien planchadito sobre la mesa. Y se retiró lanzándome una mirada criminal.
Afuera estaba haciendo un frío de diez grados bajo cero.
Todo lo que acabo de contar es imaginado. Luzdemivida, la nica, es real, pero lo más que llegué a hacer fue darle un beso de la mejilla.



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