La nicaragüense de New Palz
marzo 18, 2013Generalmente las crónicas de viajes que publico son
fieles, pero en lo referente al asunto mujeres en ocasiones me dejo llevar por
la fantasía, particularmente cuando conozco a tipas atractivas, interesantes o
simplemente literarias (el género de las mujeres literarias está constituido
por personas del bello sexo —permítaseme el neomachismo al que me veo obligado
para no incurrir en repeticiones— que están dispuestas a hablar, a cooperar con
el escritor, a fantasear, o incluso a ir más allá de lo socialmente
conveniente). No olvido que en New Platz conocí a una nicaragüense,
extremadamente simpática, con la que tuve una aventura imaginaria, que en el
papel relaté como si fuera real, y que lo hice con tal arte, que mi esposa
después de leer el texto (en el suplemento literario de marras, precisamente)
llegó a enojarse. Alguna lectora sintió insultante el relato, porque según ella
yo estaba vanagloriándome de los cuernos que le ponía a mi mujer. Tampoco
olvido la aventura que llamé "El poder de la distancia" en la que
reproduje la noche que pasé recluido en una habitación de un hotel en Indiana,
Pensylvania, hablando de amor, erotismo y lo que haríamos si nos atreviéramos,
con una bella gringa de Tallahasse. Ni olvido lo que sucedió en Quebec, donde
conocí a una chica a la que llamé Polly, con la que tuve largas conversaciones,
que me sirvieron para escribir varios artículos y luego un relato en el que
exploro el erotismo femenino.
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